Crazy Blue Dream

Welcome to my world



Hago un descansito con el blog, aunque no pararé de escribir. Espero volver a veros a la vuelta de estas vacaciones, y como no, desearos a tod@s una Feliz Navidad, y un Próspero Año Nuevo, cargado de muchas alegrías e ilusiones. Muchos besitos,
Blue Girl.


En ocasiones eras muy especial,
tenías magia, chispa.
Poseías el don de hacerme enloquecer,
de conseguir que me olvidara de todo,
de que tu fueras mi único mundo.

Te lo dije una y mil veces, y tu no me creías,
te reías, en cierto modo de mí,
pero a mi no me importaba.

Tú siempre fuiste un ser especial,
alguien realmente irrepetible,
alguien a quien jamás lograré olvidar.
Siempre fuista y serás, alguien que,
marcó un antes y un después
en mi vida.

Te quiero...


Tú estabas convencido:
Ni yo era indispensable para tí, ni tú lo eras para mí.
Estabas seguro, y no parabas de argumentarlo con palabras que cada vez me hacían más daño.
No podía creerlo. No podía creerte.
Pero al final, tuve que aceptarlo, al menos, la primera parte de tu frase, parecía verdadera.
Pasaron días lluviosos, noches en vela, semanas aterradoras, meses interminables.
Transcurrieron los segundos, los minutos, las horas... transcurrieron sin ti.
Y yo tan solo sentía vacío. Ya se había acabado el dolor, no podía experimentarse ya un dolor más profundo.
Estaba acostumbrada a vivir como una autómata, a no escuchar a mi corazón, a seguir la rutina...
¿Y ahora qué? ¿Qué pretendes?
¿Te has dado cuenta de que estabas equivocado?
¿Acaso buscas mi amistad, o solo quieres volver a empezar de nuevo el juego para luego arrancarme el corazón definitivamente?
No lo sé, sigo sin entenderte...


Y empecé a desear olvidarte.
Y al intentar olvidarte, pensaba en .
Y cuanto más pensaba en tí, más me dolía el alma.
Tal vez, sea cierto que, cuando te obsesionas con borrar algo, esto se te graba todavía más en la memoria.

Te quiero...¿es inevitable?


Si pudiera entenderte, si pudiera comprender...
Pero es que actúas de una forma complicada, brujuleas cual veleta, y navegas sin rumbo.
Giras el timón, una y mil veces, cambias de vela cada día, sigues una estela perdida.
¿Cuál es el tesoro que buscas? ¿Cuál es la ruta que estás siguiendo?
Pareces seguro. Eres
seguro.
Firme en tus planteamientos, inmóvil en tus ideas. Pero te equivocas, porque sí, aunque no lo creas, no eres
perfecto.
La perfección no existe, R., la prefección no tiene cabida en un mundo
imperfecto, así que, olvídate de ella.
Sabes que te quiero, y sabes que siempre lo haré, que aunque atravieses ese océano con tu barco, estaré cerca tuya, que aunque intentes evitarme siempre estaré en tu
corazón.
Ya sé que soy la pequeña, la que tiene que crecer.
Tal vez, ya lo haya hecho, y ahora eres tú quien debe de dar el estirón.
Así que, decide, R.,
decide.
O me recoges en el próximo puerto, o no vuelvas a gritar mi nombre nunca más.


No podía parar de escribir tu nombre. Me parecía tan bonito, tan único, tan tuyo. Estaba convencida de que sólo te podía quedar bien a ti. Y sólo pronunciarlo me endulzaba la boca. Lo repetía, lo repetía, no podía parar de repetirlo. Te dije que nunca me cansaría de susurrarlo, y así es, da lo mismo que se me clave una punzada en el corazón con cada letra, o que a veces no pueda evitar las lágrimas... yo, seguiré llamándote eternamente.


No sabes cual es la sensación. Saber que estas haciendo algo mal y seguir haciéndolo. Siento un escalofrío en la piel, recuerdo viejos tiempos, y duele, pero a la vez cura. Volver a escuchar tu voz, volver a reír tus bromas, que vuelvas a ser el R. de antes, que todo este tiempo se borre, que empiece de nuevo. Pero se que no va a suceder, que jamás volverás atrás, que somos demasiado orgullosos ambos, y que tu terminarás por olvidarlo. Mas para mi eres importante, para mi eres inolvidable, eres ánico. No sabes la sensación de volver a saber de ti, de volver a conocer noticias de tuyas.
No sabes la sensación que produce tu presencia en mí.



Y bailar toda la noche hasta el amanecer.
Y escuchar de nuevo tus susurros aunque no comprenda nada.
Y volver a pisar el acelerador de ese coche. A agitar los brazos al viento. A circular a la deriva.
Y tenerte en mis pensamientos con tu sonrisa y esos ojos.
Y escuchar el sonido de tu voz una y otra vez, hasta notar el tono de desesperación de tus palabras.
Y volver a nadar en ese río de miles de colores, a ir a contracorriente, a remar en el último bote.
Y abrir los ojos para asegurarse de que no es un sueño de que te tengo aqui comingo, de que eres mío de verdad.
Y sólo quiero perderme en tus ojos verdes una vez más, y dejarme llevar hasta el infinito.


Vivo en una reflexión continua, en un repetir de palabras, con tu eco de fondo.
Si no cuestionase tanto todo, mi existencia sería diferente. Tal vez, ni peor ni mejor, simplemente diferente.
Ya sé que me preocupo demasiado, ya sé que le doy demasiadas vueltas a todo, hastq que logro encontrarle el sentido, y si carece de él, tampoco me cuesta inventarlo.
Ya sé que no soy perfecta, que tengo muchos fallos, pero ambos sabemos que no puedo evitarlos.
Que soy demasiado curiosa, que necesito saber, que no puedo vivir con intriga, y que tengo demasiada imaginación, o una facilidad para malinterpretar las cosas, según como se mire...
Lo siento ¿vale?, lo siento por todo, porque sabes que lo hago sin querer, aunque a veces no lo parezca.
Lo siento porque odiaría tanto destruír lo que vivimos que creo que no lo soportaría.
Lo siento, porque sabes que te quiero muchísimo, que eres una parte de mi, y que no podemos estar enfadados.

Always&Forever, prometimos una vez. Y quiero seguir cumpliéndolo.


Si no fuera tan idiota.
Si no me dejara engañar.
Si tus ojos no fueran azules,
podría tal vez cavilar.

Si no fueras indiferente.
Si no quisieses pasar inadvertido
Si lograse escuchar en las clases,
podría tal vez aprobar.

Si consiguiera entender el juego.
Si leyese las instrucciones.
Si lograse articular palabra,
podría tal vez dialogar.

Si el cielo no fuera azul.
Si el mar no estuviese tintado.
Si azules no fueran tus ojos,
podría tal vez, no amarlos un rato.


Corría por el campo.
Con la hierba rozándome los tobillos, y la lluvia abrasándome la piel.
Corría y corría y no podía parar de correr.
Daba igual que la respiración se me agitara, o que el corazón estuviese a punto de estallar.
Quería huír, o tal vez únicamente quería sentir la libertad.
Esa que tú no me dejabas lograr, esa en la que sólo existía yo.
Soñaba con recorrer el mundo entero.
Con llegar al universo y explorarlo, traspasar las barreras de los límites y abrazar el infinito.
Correr hacia la luz entre las sombras, correr a la deriva sin un camino marcado, sin un sendero que seguir.
Más soy tan insignificante.
Un minúsculo ápice de todo esto.
Ni siquiera llegaré a conocer una milésima de esta grandiosidad.
Soy tan insignificante, que por mucho que luche, el destino acabará ganando siempre.
Por mucho que huya, por mucho que corra...


Por momentos deseo poder estar en tu cabeza.
Saber descifrar con exactitud el misterio de tu mirada.
Pero es sólo un instante, después me doy cuenta de que no serías tú sin tu misterio, de que en realidad, la vida no sería nada para mí sin misterio.
Si llamaste mi atención por ser un chico misterioso, espero que ese misterio siempre te envuelva, y yo no logre deshacer tan fácilmente.
Espero, aunque por un lado me desespere, que continúes hablando con las palabras justas, contando los alientos y las carcajadas.
Espero que dosifiques tus sonrisas, y que conserves le brillo de tus ojos, que cuentes hasta tres y desvíes la mirada y que hables en apenas un susurro.
Porque hasta hace pocas semanas, creía que el misterio tan sólo consistía en resolver crímenes y situaciones encruzijadas. Creía que mi vida jamás tendría misterio, que tna sólo podría leerlo en una de esas millones de novelas que tanto me gustan. Que únicamente podría amarlo en silencio.
Me equivocaba.
Para mí, misterio es tu mente.
Y por momentos deseo estar en tu cabeza, pero algo me dice que no llegaremos a conocernos y que jamás podré dislumbrarla más de tres segundos a través de tus ojos.
¿No es triste?
Eso es misterio.
Para mi, misterio eres simplemente .


El mundo es injusto.
Y esto se debe a que la vida es injusta; en donde hay vida hay injusticia, es una regla que no falla.
Si en el resto del universo hay vida, estar seguros de que tambien hay injusticia.
Sin embargo, a nosotros nos parece lo más normal del mundo.
Nacemos y nos topamos con ella de frente. En ese momento nos impresiona, pero apenas podemos manifestarlo.
Por mucho que lloremos,papá y mamá siempre pensarán que se trata de un dolor físico.
Con el paso de los años nos acostumbramos. Nos hacemos immunes. Nos volvemos egoístas.
Ya no lloramos, y las pocas ocasiones en las que lo hacemos es por nosotros mismos. Aunque aparentamente lloremos por los demás siempre lloramos por nosotros.
Cuando alguien muere, lloras porque ya no está contigo, porque ya no podrás hablar más con él, ni estar en su compañía.
Cuando alguien enferma, lloras porque tendrás que cuidarlo, porque estarás rodeado de su dolor, lloras porque ves que la enfermedad te puede afectar a ti igual que a él.
Nadie llora por la muerte de un niño en África por desnutrición. Nadie llora por todas aquellas personas que viven con una guerra con la que nada tienen que ver...
No, derrochar lágrimas por eso, lo calificaríamos de estupidez. Siempre y cuando,claro, no fuéramos nosotros el niño que muere o la persona que vive sin paz.
El ser humano es injusto, porque también la vida lo es con él, porque esta se encuentra en su interior perturbándolo.
Porque no tiene esa capacidad de revelarse contra su naturaleza, porque es cómodo y egoísta.
Las personas somos injustas las unas con las otras. Unos más, y otras menos, pero todos lo somos.
Yo nací bajo el signo de Libra.
La balanza, el equilibrio, la búsqueda de la igualdad.
Tal vez, haya sido esto lo que siempre me hace reflexionar sobre mis actos, lo que no me deja cometer una injusticia sin posteriormente sentirme fatal.
El mundo es injusto, y odio las injusticias, pero a veces mi lado humano me consuela:
¿Qué sería del mundo sin las injusticias?

Sería una vida demasiado buena para ser una vida...



Huiría si pudiera, pero es que ya me has congelado.
Fue un error mirar tus ojos, fue un error mostrar agrado.
Pero es que no había otra opción, o hablaba contigo o me perdía. Supongo que también fue un error, porque ahora estoy a la deriba.
No pretendía mentirte ni darte una imagen de lo que no era. Parecías un buen amigo, alguien en quien confiar.
Sé que eso casi es todo, pero es que yo soy tonta y necesito mucho más.
Quiero misterio en mi vida. Quiero aventura. Quiero emoción.
Necesito saber, y a la vez desconocer. Necesito sentir entusiasmo, querer conocer más.
Aunque parezca mentira, como bien dijo un amigo una vez, necesito retos, adrenalina. Necesito obstáculos que superar, para sentirme reconfortada al llegar a la meta.
Y tú, amigo mío, no puedes darme nada de eso, y creo que es mejor así, porque no sería tu estilo.
Yo no soy tu estilo.
Tú eres importante para mi, no eres un simple reto.
Tienes suerte, aunque ahora pienses lo contrario, yo siempre estaré ahí para lo que necesites, no para lo que necesite yo.
Yo siempre seré tu amiga, no lo que te robe los besos y luego los pierda...


Solías decírmelo.
Es imposible congelar el tiempo. Nunca lo conseguirás, porque el tiempo es relativo, y aunque no lo fuese, no podrías parar todos los relojes del mundo.
Sin embargo, yo soñaba con ello.
Tal vez porque había visto muchas películas de ciencia-ficción, o quizás sencillamente porque en el fondo sabía que era algo que no lograría conseguir.
Pero lo hicimos D., tú y yo lo paramos. Estoy segura. Pude palpar el espacio, pude respirar el infinito.
Todo estaba paralizado, todo absolutamente, excepto nuestros cuerpos.
¿No te das cuenta?
Nuestros labios lograron congelar el tiempo, frenar la realidad, y aunque sólo durase un instante, yo lo ví.
Porque los sueños son como las estrellas fugaces, parpadeas un instante y habrás perdido su estela.
Mi sueño no era paralizar el tiempo, mi sueño eras tú.
eras mi estrella fugaz, pero no pude seguir tu estela hasta que nuestros labios se rozaron de nuevo, y comprendí que no se había paralizado el tiempo, nos habíamos paralizado nosotros.


Pide un deseo.
Ahora haz que se haga realidad.
Nadie excepto tú puede hacerlo.
Pide un deseo, y lucha por él.


Una vez me preguntaron qué era el futuro.
Me lo preguntaron y no supe que responder. No sé si hablaban de mi futuro, o de un futuro genérico.
Pero recuerdo que aquella noche me lo cuestioné por primera vez; ¿qué iba a hacer en mi futuro?
Ya había pasado la etapa de creer que me transformaría en una princesa, y viviría por siempre muy feliz en mi castillo.
Sin embargo, aún desconocía si aquello era bueno o malo.
Por lo menos, antes tenía una visión de mi futuro, ahora tan sólo estaba perdida.
Nunca completé la respuesta hasta que te conocí. Aquella noche tuve la sensación de que tú formarías parte de mi futuro, de que serías alguien importante- me equivocaba, como el tiempo terminó demostrando- pero lo importante era que había conseguido una definición a aquella enigmática palabra.
Futuro era luchar, desear una cosa y lanzarse a conseguirla.
El futuro no vendría a mi, sino que yo iría a él modelándolo a mi gusto.
Tus palabras parecía un futuro, uno que además me entusiasmaba, y tenía todo lo que necesitaba, un faro que seguir y una ilusión palpitante.

Futuro es luchar por tus ideales, pero sobre todo, futuro es estrellarse cien veces, y levantarse ciento una.



Con cada vuelta mi corazón se aceleraba más.
Con cada paso la fatiga se apoderaba más de mí.
Quería frenar, pero era demasiado tarde. Mis ojos se cerraban, mis pulmones se contraían...
Caí al suelo rozando el césped.

Alguien se acercó a mí.
No estaba desmayada, no estaba inconsciente, estaba perdiendo la vida... intentando salvar la tuya.


Quiero que todo vuelva a empezar.
Que empiece la vida de nuevo. Que empiece la luz, que empiece la mañana.
Quiero que todo sea un comienzo, que nada tenga final.
Quiero que todo sea único, que no se repita jamás.
Quiero navegar eternamente, quiero vagar a la deriba de mis pensamientos, flotar en mi propio mundo.
No quiero paz, ni quiero guerra, tan sólo quiero infinito.
No quiero luz, ni quiero sombra, tan sólo quiero estar yo.
No quiero nada, salvo mi espírito, no quiero nada, salvo el azul...


Tenía la tarta delante, las velas encencidas, y la vista de todos los presente clavada encima.
Todo asemejaba igual que los anteriores cumpleaños, pero sólo aparentemente, sólo se parecía a ellos.
A pesar de las sonrisas, las miradas de emoción...ect, la verdad la gente parecía muy feliz, mucho más de lo que yo estaba, faltaba una sonrisa más, una cámara que no paraba de hacer fotos, y unos cuantos chistes que repetías siempre.
Faltabas tú.
Este año no estás tú, y yo la verdad no tenía claro si soplar las velas, o permitir que se consumieran por completo esperando esa aparición que nunca se haría real más allá de mi mente.
No sabes el vacío que produces.
Puede que nadie lo note, pero yo sí, y eso me impide sacar una sonrisa o una mirada de verdadera felicidad.
Tampoco es preciso, todos están demasiado entusiasmados como para notarlo, quieren vivir una gran fiesta, porque según ellos me lo merezco, según ellos soy genial.
Mi mente que no está allí con ellos, sólo se pregunta dónde estás, sólo quiere estar contigo, celebrar esta fecha junto a ti, una vez más.
Me pregunto que si soy tan genial como dicen tus amigos, porque para tí ni siquiera soy suficiente.

Ella se da cuenta, por algo es mi mejor amiga, me conoce demasiado bien. Se acerca a mi y susurra.

-¿Va a dejar que te amarge la fiesta?
-Es demasiado tarde- murmuro yo.

Soplé las velas.
No hay deseo que pedir. Se han agotado. He pedido tantos y ninguno se ha cumplido que lanzar uno más sería estúpido.


He intentado olvidarte.
Sí, y digo intentado porque no ha tenido éxito a pesar de mis esfuerzos.
He procurado borrar todos nuestros pequeños momentos juntos, tus sonrisas torcidas, tus palabras cortadas...
Pero tal vez, a fin de cuentas tenga razon Michel de Montaigne, y sea cierto que nada graba tan fijamente en nuestra memoria alguna cosa, como el deseo de olvidarla.
Deseé esfumarte de mi mundo y solo conseguí tenerte más presente, deseé odiarte, y sólo conseguí amarte más que nunca...
Porque sí, quería olvidarte, y al intentar olvidarte pensaba aún más en ti.


A veces aguardo a oír tu voz,
aunque sea casi inaudible,
y no vaya dirigida a mi.

A veces aguardo a encontrarme con tu mirada,
aunque tan sólo sea un minuto,
y apenas logre bucear por ella.

A veces aguardo a cruzarnos,
y aunque sólo sea por un instante,
estar los dos en el mismo camino.


Lanza una moneda al aire y tendrás tu resultado.
Debes lanzarla a menos que consideres una mejor opción destruírte buscando una respuesta que no se halla en tu interior.
El azar te ayudará, porque aunque parezca increíble es manejado por el destino, y este sea tal vez, el único que tenga respuesta a tu cuestión.
No permitas que te devore el tiempo, o que te reseque la duda, tú únicamente, lanza una moneda al aire...

Y si esta cae de canto, ni sí ni no, ni bueno ni malo, piensa que no todo es blanco y negro, que también hay un gris.
Tu respuesta es neutra, y aún así es una contestacion. Sólo encuéntrale el sentido, ya que nada carece de él.

Porque la vida, no está tintada a dos colores, está teñida a miles e infinitas gamas.


Chocamos.
Como chocan un barco y un iceberg antes de hundirse,
Como chocan dos piedras antes de hacer fuego,
Como chocan dos conductores antes de respirar su último aliento,
Como chocan dos manos antes de cantar victoria,
Como chocan dos espadas antes de retarse,
Como chocan la ciencia y la religión antes de contrariarse,
Como el blanco y el negro, tú y yo, chocamos.

Y aún así, ese choque nos completo más, nos dió vida en lugar de quitárnosla, nos hizo comprender que a pesar de ser opuestos, nos necesitábamos, que nuestra vida sin el otro, no tenía sentido.


Ella no era el prototipo típico de mujer.
Jamás se había subido a unos tacones, porque a pesar de no ser muy alta, no tenía pensado hacer pasar a sus pies semejante calvario, solo por querer ir más guapa.
Tampoco tenía las típicas aficiones asociadas a una fémina.
Si bien le gustaba leer y dibujar, detestaba la costura, la cocina, las películas románticas y bailar.
Adoraba pasarse las tardes jugando a fútbol o haciendo algo de deporte.
Le gustaba la soledad, asomarse a la ventana de su piso, y contemplar la maravillosa ciudad que se extendía ante sus ojos.
Era una persona con los pies sobre la tierra y las ideas claras, jamás se permitía fantasear y tenía decidido como quería que fuesen todos los aspectos de su vida.
Puede que fuera un individuo extaño, pero ahí estaba todo su encanto.
Ella llamaba la atención porque era fuera de lo común, porque rompía moldes.
Quizás no fuese consciente pero levantaba curiosidad en todos los que tenía a su alrededor, en unos para bien y en otros para mal.
Sin embargo, escuchaba las opiniones de todos, pero no dejaba que ninguna le hiciese cambiar lo más mínimo.
Solía proponerse retos, y solía cumplirlos todos.
Le gustaban las dificultades, todo lo fácil era prácticamente detestable para ella. Era muy fuerte.

Creo que por eso la amaba, y creo que por eso, ella nunca me amó a mi.




Lo escribió un amigo sobre mi,
no ha quedado muy bien porque he tenido que traducir del inglés.
No es del todo cierto, lo exagera todo bastante.


Me estabas envenenando, y lo peor de todo es que yo era consciente de ello.
Me estabas envenenando y lo mas grave era que yo lo permitía.
Pero es que tu veneno era tan suave, tan dulce, que sabía que estaba perdiendo el hilo de la vida, mas deseaba morir en el fondo de tus azules ojos profundos.
Y tu veneno era tan sutil que me drogaba, me hacia desear más, creía que lo soportaría, me ilusionaba pensando que todo seria así eternamente.
Mas tu veneno era tan mortífero que reventó mi corazón en menos de seis meses.
Y en aquel momento, la guia azul de tus pupilas, se apagó para mi eternamente.


Si una ventana fuese una salida del mundo.
Una por la que pudieras gritar al vacío para destruír todo lo negativo.
Una ventana para desahogarse, y a la vez reforzarse de valentía.
Una ventana por la que desaparecer y reaparecer.
Esa ventana existe, y no es mágica.
Si la cuidamos podremos mantenerla eternamente, si la oxidamos la perderemos para siempre.

Yo tengo esa ventana.
Y yo soy ventana de esa ventana.

Te quiero, Mejor Amiga !!


Soñaba con fundirnos en una ola,
una ola de espuma blanca,
y olor a sal.

Soñaba con conocer todos
los puertos del mundo,
con besar todas las
orillas del planeta.

Soñaba con que tú y yo
fuésemos uno,
y nada ni nadie
nos pudiese separar jamás.

Soñaba con el corazón,
y con todas mis ilusiones,
hasta que un día
tú segaste todo
de una sola estacada.


¿Ves esa estrella que parece no cesar de brillar nunca?
Si observas el cielo todas la noches, lo comprenderás.
Ella siempre está ahí, da igual que llueva o truena o que no se asome ninguna otra.
No te has parado a penar que tiene que tener algo de especial. Algo que las demás no poseen, algo único...
Ese diminuto punto de luz que siempte está de referente en tu vida, es tu estrella. Y al igual que tú, ella es única.
Es una pena que a veces no le prestes atención, que no trates de escucharla desde el fondo de tu corazón.
Es una pena que no comprendas que ella forma parte de ti, que te protege desde lo alto del cielo, desde el lejano e infinito universo.
Es una pena porque algún día volveréis a juntaros y ya no os separaréis jamás. Algún día comprenderás tu verdadera naturaleza, no tengas prisa...


Aquella frase era la más rotulada por Alexia en los últimos meses. Sus cuadernos, sus libros, sus carpetas... la tenían grabada más de un centenar de veces.
Se había enamorado, o tal vez se había vuelto loca, tras su viaje a L
ondres.
Aquella ciuda tenía magia, custodiaba algo entre las paredes de aquellas antiguas casas.
Tenía frescura en el aire, o tal vez, simplemente estuviese limpio de la contaminación que ella estaba acostumbrada a respirar.
Le gustaba la lluvia de Londres, a pesar de que odiase ver llover. Le gustaba salir a la calle y contemplar los parques húmedos y las aceras encharcadas.
La ciudad parecía llorar esos días, llorar hasta arrancarse el corazón, hasta desgarrarse el alma, llorar hasta deprimir a todo londinense.
Pero tras la tempestad venía la calma, y las gotas de agua pasaban de transmitir dolor a convertirse en verdaderos diamantes llenando todos los rincones de elegancia, dándoles a Londres ese aroma tan especial.

Cada vez que escribía I Love London, se cordaba del Támesis, de los largos paseos que solía dar a sus orillas.
Caminaba sola, sin embargo jamás había sentido soledad, con el paso lento, como si quisiese alargar el camino, abismada en sus pensamientos, hechizada bajo el embrujo del Támesis.
De cuando en vez, frenaba en seco, y sentía la necesidad de mirar el rio.
Observaba su cauce.
El agua transcurriendo lentamente, como imitando su caminar, como queriendo animarla a continuar su senda.
Aquella agua era su confidente, su fiel confidente, y Alexia le transmitía todas sus preocupaciones y frustraciones.
Junto a ella, allí a las orillas del Támesis, se sentía segura, protegida del mundo, como en su propio sueño.
Rodeada de sus pensamientos, los cuales afloraban sin temor, y fluían con las aguas del rio, entralazándose irremediablemente.
Pero ella apenas era consciente de que estas iban a parar al mar, y que allí flotarían a la deriva eternamente, hasta que algún navío los pescase y tratase de descifrarlos.
Sus pensamientos se esfumarían de aquel rio, al igual que Londres se había esfumado de su vida, y entonces tan sólo le quedarían los recuerdos borrosos de su mente, y aquella frase que no podía parar de rotular:

I Love London


-¿Nunca te has fijado en el color del mar?- le preguntó Ana con entusiasmo.

-Es obvio que sí- le puso mala cara, como si creyese que se estaba burlando de él-: el mar es azul.

-¿Dónde has visto que lo sea?- la niña abrió los ojos con curiosidad, y su hermano la destestó por un instante.

-Lo he visto con mis propios ojos- le respondió volviendo la cabeza hacia ella con decisión.

-¿Ah, sí?, pues a mi no me parece azul- no vaciló en su contestación.

-Da igual lo que a tí te parezca, culquiera te puede decir que el mar es azul, lo puedes consultar en cualquier libro, en cualquier foto...

-¿En ésta, por ejemplo?- le interrumpió señalando una de las instantáneas que reposaban sobre la mesa de aquel despacho.
El mar no era azul en ella, al menos no en su totalidad.

-No, en esa no, esa no es el ejemplo correcto- Toni estaba ya desesperado.

-Entonces, ¿cuál es?, esta también es una foto del mar- no le dió tiempo para responder, porque ella continuó-: el mar no es azul , Toni, el mar es como un espejo, tan sólo refleja luz, tan sólo proyecta imágenes.
El mar es una paleta de colores, una mezcla de todos ellos... tal vez, para tí sea azul, pero para mí es mucho más que eso, es un mundo de cristal, un mundo de vida, un lugar en el que todos depositan sus ilusiones.
El mar no es azul, es del color que cada uno quiere que sea...

Su hermano no rebatió sus palabras, simplemente enmudeció, para él, el mar sólo era un montón de agua inerte junta.


A menudo me lo pregunto: ¿qué tienes?
Apenas nos conocemos de un par de días,y no hemos casi ni hablado, porque en realidad, tú no hablas con nadie... no pronuncias nada, tan sólo observas, y yo, no puedo parar de seguir la ruta de tu mirada, no soy capaz de apartarme del imán invisible que tienen tus ojos... Aún así, lo peor es cuando sonries, y debes de saberlo, por eso no lo haces a menudo. El mundo parece endulzarse con tus labios, el tiempo se detiene un instante cediendo todo su protagonismo a tu expresión, y yo trato de no prestar atención, de pensar en otra cosa, pero es imposible, así que tal vez sea mejor que a partir de ahora también admire tu sonrisa o envidie tu felicidad. No sé lo que sucede, pero todo es extraño si no estás, todo se torna vacío y triste sin tus ojos posándose sobre cualquier cosa. No sé lo que sucede, pero espero no volver a morder una manzana envenenada, de ojos brillantes y jugosa sonrisa, porque entonces no podría soportarlo... Así que o desapareces de mi mente, o apareces en mi vida, pero no quiero tener tus ojos clavados en mi retina eternamente.


Jugábamos a jugar. Tú solías manejar la situación, te gustaba decidir cada movimiento, cada jugada. Yo simulaba dejarme llevar por tu corriente, dejar que me balancearas como las olas. Me gustaba oír el sonido de tu voz, cual brisa marina, fresca y firme, pero ambos lo sabíamos, estábamos jugando a un juego. A uno de niños, en el que intentas transformar la realidad, para no tener que enfrentarte a ella, para no toparte de frente con la vida y que esta no te hiriese en lo más profundo del corazón. En nuestro juego, no había princesas ni dragones, ni nadie que salvase al mundo, estábamos tu yo, convertidos en fichas de ajedrez, esperando el movimiento oportuno para darnos el jaque mate, más la ocasión parecia no llegar nunca. Otros días preferiamos ser manejados por el azar, dejar que las cosas fluyesen, solo para intentar convencernos de que no decidíamos nosotros, de que era el destino el culpable de todo aquello... Sin embargo, solíamos jugar, y jugando y jugando, nos dejamos atrapar en nuestro juego. Sabes, creo que jamás podré salir, creo que permaneceras ahí eternamente, y que sin embargo, tu jamás me revelarás tus cartas. Continuaremos jugando, hasta que se consuma toda la imaginación del mundo, o hasta que alguno de los dos consiga el coraje para decirle basta a esta droga. Porque nuestro amor es un juego, y el día que deje de serlo... dejará de ser nuestro amor.


Ha sido una pena,
mi príncipe azul estaba
en el otro lado del océano,
hablaba otro idioma, y...
ha pasado de mi.

Pero a pesar de todo,
él es mi príncipe azul,
porque de todos los sapos,
él era el único príncipe,
y a fin de cuentas:

¿Quién dijo que los príncipes
no pueden equivocarse?



A menudo sueño en azul.
A menudo suele envolverme esa bruma desde la cual ya no diferencias la realidad de la ficción.
Suele ser en esas largas noches de invierno, en las que deseas no moverte para que el frío no logre traspasar las mantas y llegar a tu piel, cuando cierro los ojos y todo se vuelve añil.
Todo mi mundo parece sumergido por el mar, o tal vez por el cielo, todo se vuelve tan surreal que sabes que lo estás soñando, pero a la vez lo desconoces...
En esas noches, siempre aparecen tus ojos, una y otra vez, hasta que consiguen gravarse en mis retinas. Y siempre escucho esa voz que no cesa de murmurar... azul, azul...azul.

A menudo sueño en azul, y a menudo suelo preguntarme si formo parte de tu hechizo o tu formas parte del mio, si ese es realmente mi mundo o es el tuyo.

Y cuando abro los ojos, siempre me sobresalta la misma cuestión:

¿Ha sido un sueño, o se ha tratado de una pesadilla?