Hago un descansito con el blog, aunque no pararé de escribir. Espero volver a veros a la vuelta de estas vacaciones, y como no, desearos a tod@s una Feliz Navidad, y un Próspero Año Nuevo, cargado de muchas alegrías e ilusiones. Muchos besitos,
Blue Girl.
tenías magia, chispa.
Poseías el don de hacerme enloquecer,
de conseguir que me olvidara de todo,
de que tu fueras mi único mundo.
Te lo dije una y mil veces, y tu no me creías,
te reías, en cierto modo de mí,
pero a mi no me importaba.
Tú siempre fuiste un ser especial,
alguien realmente irrepetible,
alguien a quien jamás lograré olvidar.
Siempre fuista y serás, alguien que,
marcó un antes y un después
en mi vida.
Tú estabas convencido:
Ni yo era indispensable para tí, ni tú lo eras para mí.
Estabas seguro, y no parabas de argumentarlo con palabras que cada vez me hacían más daño.
No podía creerlo. No podía creerte.
Pero al final, tuve que aceptarlo, al menos, la primera parte de tu frase, parecía verdadera.
Pasaron días lluviosos, noches en vela, semanas aterradoras, meses interminables.
Transcurrieron los segundos, los minutos, las horas... transcurrieron sin ti.
Y yo tan solo sentía vacío. Ya se había acabado el dolor, no podía experimentarse ya un dolor más profundo.
Estaba acostumbrada a vivir como una autómata, a no escuchar a mi corazón, a seguir la rutina...
¿Y ahora qué? ¿Qué pretendes?
¿Te has dado cuenta de que estabas equivocado?
¿Acaso buscas mi amistad, o solo quieres volver a empezar de nuevo el juego para luego arrancarme el corazón definitivamente?
No lo sé, sigo sin entenderte...
Si pudiera entenderte, si pudiera comprender...
Pero es que actúas de una forma complicada, brujuleas cual veleta, y navegas sin rumbo.
Giras el timón, una y mil veces, cambias de vela cada día, sigues una estela perdida.
¿Cuál es el tesoro que buscas? ¿Cuál es la ruta que estás siguiendo?
Pareces seguro. Eres seguro.
Firme en tus planteamientos, inmóvil en tus ideas. Pero te equivocas, porque sí, aunque no lo creas, no eres perfecto.
La perfección no existe, R., la prefección no tiene cabida en un mundo imperfecto, así que, olvídate de ella.
Sabes que te quiero, y sabes que siempre lo haré, que aunque atravieses ese océano con tu barco, estaré cerca tuya, que aunque intentes evitarme siempre estaré en tu corazón.
Ya sé que soy la pequeña, la que tiene que crecer.
Tal vez, ya lo haya hecho, y ahora eres tú quien debe de dar el estirón.
Así que, decide, R., decide.
O me recoges en el próximo puerto, o no vuelvas a gritar mi nombre nunca más.
No podía parar de escribir tu nombre. Me parecía tan bonito, tan único, tan tuyo. Estaba convencida de que sólo te podía quedar bien a ti. Y sólo pronunciarlo me endulzaba la boca. Lo repetía, lo repetía, no podía parar de repetirlo. Te dije que nunca me cansaría de susurrarlo, y así es, da lo mismo que se me clave una punzada en el corazón con cada letra, o que a veces no pueda evitar las lágrimas... yo, seguiré llamándote eternamente.